
He rebuscado por ahí, por Internet claro, que se entiende por literatura de evasión.
He visto de todo, que si es literatura de humor, literatura ficticia, o literatura para encefalogramas planos. Me gustaría tener unas palabras con quien ha dicho esto, que se debe creer muy culto e inteligente, en realidad es más mediocre que los que reconocemos que en ciertos momentos no nos pasa nada por leernos un libro más ligero.
Leo novela romántica y he leído a Nietzsche. Lo uno no quita lo otro. Puedo comprender todo tipo de lecturas y depende del ánimo de cada momento, para elegir un libro u otro. Sinceramente, no veo la necesidad de desprestigiar determinados libros, creo que lo importante es leer. Alguien se ha tomado la molestia de escribir, que no es tan fácil, y sino que prueben, quienes critican a la ligera, y por ello merecen un cierto respeto. Es verdad, que por principios no leería a algunos “escritores”, pero tampoco soy quien para juzgarlos.
Entiendo por literatura de evasión ese tipo de lecturas que no requiere tanta atención para su comprensión, que son entretenidas, que nos enganchan o que nos ayudan de alguna forma, con las que pasamos una tarde tranquila y relajada, sin más. Es verdad que también se puede hacer todo esto con la gran literatura, pero probablemente nuestro esfuerzo sea mayor al pretender captar todo el significado, la intención, el estilo de la obra. Pueden o no ser comerciales. En esto no me meto.
Para mi la literatura de evasión la comprenden las novelas de misterio, románticas, la literatura infantil o libros de utilidad como cocina, decoración, manualidades, incluso los ahora llamados de autoayuda, siempre busco métodos de gestión del tiempo o de nuevas formas de ordenar armarios.
Y no tienen por qué ser libros malos, pueden ser de gran calidad, incluso obras maestras, pero que por su argumento, por su forma de estas escritas, se leen de un tirón, sin necesidad de parar para reflexionar sobre lo percibido.
Seguiré leyendo literatura de evasión, sin perjuicio de que también lea grandes obras literarias y no me sentiré ni más ni menos culta o inteligente. Simplemente ejerzo mi derecho a elegir lo que me apetece leer en cada momento.