Todos iguales

Todos iguales DNunca me ha interesado la política.

Según pasan los años me interesa menos. No creo en los políticos, sirven a cualquier interés que les de poder, fama, riqueza, pero no sirven a los ciudadanos que somos sus contratadores. Nos timan continuamente. Y con la mayor desfachatez.

Aún así, a la hora de votar, que cada vez me parece un ejercicio más difícil para elegir al menos malo, en alguna ocasión me he planteado ojear los programas electorales para ver por qué principios se rigen. Si, ya sé, que por ninguno honesto.

En las pasadas elecciones autonómicas me llamó la atención que en el programa de uno de los partidos emergentes de izquierdas, de los que nos iban a salvar de todos los males, encontré en uno de sus puntos reforzar uno de los organismos públicos, de esos que todos dicen que hay que eliminar, restringir para que la administración no derroche recursos.

Lo leí varias veces porque no me lo podía creer. Luego caí en la cuenta que como nunca habían estado en el poder, necesitaban un cubículo, como todos, en el que alojar con comodidad a sus congéneres, es decir familia, conocidos, amigos y demás.

Con estos mimbres, como puedo esperar que el cesto sea resistente. Ni por asomo.

Ante la inestabilidad política actual he decidido retomar la lectura de sus programas electorales, por lo menos de los partidos con mayor representación en el parlamento nacional.

La política se define por las actividades relacionadas con la organización pública de la sociedad en la que todos los ciudadanos participan. Deberíamos añadir que en igualdad, que los que en un determinado momento detentan el poder, porque así lo han decidido los ciudadanos en las urnas y no en los despachos, no abusen de sus privilegios, otorgados por esa sociedad, y que devuelvan con esfuerzo la confianza que en ellos se ha depositado.

Deberían recordar que nadie es más que nadie, ni más sabio, ni más inteligente, ni tiene más derechos por detentar, temporalmente que no se los olvide, el poder.

Pero continuamente observamos como esos personajillos en cuanto acceden a un cargo se creen con toda la potestad del mundo para hacer y deshacer a su antojo, para tomar lo que tienen a mano sin remordimientos. Deberían recordar que todo lo que les rodea pertenece a la sociedad, que se lo han prestado temporalmente, y que deben devolverlo, por lo menos tal cual, pero que lo ideal sería que aumentado.

Pero esto es mucho pedir, es como buscar una aguja en un pajar. ¿Un político honesto? Es una especie extinguida, si es que alguna vez existió.

Así espero poder escribir con cierta regularidad mis reflexiones políticas, vamos, lo que opino sobre lo que cuentan, y más importante, hacen, esos que dicen gestionar nuestros asuntos públicos.

Ver página – Pensamientos.

Autor: Chari Ruiz

Periodista, lectora y aprendiz de muchas cosas.

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